Nairobi
Nairobi duerme
su cuerpo derramado
es un canto impronunciable
entre las sábanas
despertando la quietud
de ciudades devastadas
bajo sus pies
y un leve bostezo
de ángeles invisibles
trasnochados por la vigilia
de la noche
afuera la ciudad
es otro felino lento
huyendo de su sombra
Nairobi duerme
sobre su piel rendida
palpitan manantiales
mariposas nocturnas
y díscolos
pájaros de humo
entre jardines
dócilmente cerrados
y prohibidos
tocarla es despertar
lobos azules bajo la luna
como quien penetra
el ávido resplandor
de la penumbra
y de pronto
hay un frágil alboroto
de flores silvestres
y frutos desnudos
esparcidos en su lecho
bosque tibio
de pétalos y niebla
madriguera salvaje
deshojada por la noche
Nairobi duerme
y desde aquí
los rincones de su habitación
prolongan la marea
del amanecer
hacia otra orilla
de arena y espuma
propicios para el naufragio
pero ella duerme
ajena al tiempo
a los espectros insólitos
del mundo que perturba
atravesando mi desvelo
y el leve murmullo
distante de su sueño
ignora que me deja este poema.
© Jorge Ampuero
afuera la ciudad
es otro felino lento
huyendo de su sombra
Nairobi duerme
sobre su piel rendida
palpitan manantiales
mariposas nocturnas
y díscolos
pájaros de humo
entre jardines
dócilmente cerrados
y prohibidos
tocarla es despertar
lobos azules bajo la luna
como quien penetra
el ávido resplandor
de la penumbra
y de pronto
hay un frágil alboroto
de flores silvestres
y frutos desnudos
esparcidos en su lecho
bosque tibio
de pétalos y niebla
madriguera salvaje
deshojada por la noche
Nairobi duerme
y desde aquí
los rincones de su habitación
prolongan la marea
del amanecer
hacia otra orilla
de arena y espuma
propicios para el naufragio
pero ella duerme
ajena al tiempo
a los espectros insólitos
del mundo que perturba
atravesando mi desvelo
y el leve murmullo
distante de su sueño
ignora que me deja este poema.
© Jorge Ampuero