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27.9.10

José Watanabe (1945-2007)


Animal de invierno

Otra vez es tiempo de ir a la montaña
a buscar una cueva para hibernar.
Voy sin mentirme: la montaña no es madre, sus cuevas
son como huevos vacíos donde recojo mi carne
y olvido.
Nuevamente veré en las faldas del macizo
vetas minerales como nervios petrificados, tal vez
en tiempos remotos fueron recorridos
por escalofríos de criatura viva.
Hoy, después de millones de años, la montaña
está fuera del tiempo, y no sabe
cómo es nuestra vida
ni cómo acaba.
Allí está, hermosa e inocente entre la neblina, y yo entro
en su perfecta indiferencia
y me ovillo entregado a la idea de ser de otra sustancia.
He venido por enésima vez a fingir mi resurrección.
En este mundo pétreo
nadie se alegrará con mi despertar. Estaré yo solo
y me tocaré
y si mi cuerpo sigue siendo la parte blanda de la montaña
sabré que aún no soy la montaña.


El Haragán

Inmóvil
el haragán mira la manzana que brilla
en la mesita de las flores.
La tarde
es diáfana y crea entre las cosas
una disposición
a avenirse.
Con el mundo así,
tan cordial, no es insensato
que él llame a la manzana y le ofrezca
su mano.
Juego inútil:
pronto el espacio
como el ánimo
se torna denso
y sobre las cosas cae
y se cierra
un alud de vidrio.
¿Cuánto era
que una fe esencial
traía las cosas
volando
hasta las mano?
El haragán sonríe,
quiso evitar
algunos movimientos vanos,
pero no:
tendrá que romper el mundo
para llegar
a la manzana.
Las cosas
demandan siempre
demasiado esfuerzo.



El lenguado

Soy
lo gris contra lo gris. Mi vida
depende de copiar incansablemente
el color de la arena,
pero ese truco sutil
que me permite comer y burlar enemigos
me ha deformado. He perdido la simetría
de los animales bellos, mis ojos
y mis narices
han virado hacia un mismo lado del rostro.
Soy un pequeño monstruo invisible
tendido siempre sobre el lecho del mar.
Las breves anchovetas que pasan a mi lado
creen que las devora
una agitación de arena
y los grandes depredadores me rozan sin percibir
mi miedo. El miedo circulará siempre en mi cuerpo
como otra sangre. Mi cuerpo no es mucho.
Soy una palada de órganos enterrados en la arena
y los bordes imperceptibles de mi carne
no están muy lejos.
A veces sueño que me expando
y ondulo como una llanura, sereno y sin miedo, y más grande
que los más grandes. Yo soy entonces
toda la arena, todo el vasto fondo marino.


El anónimo

Desde la cornisa de la montaña
dejo caer suavemente una piedra hacia el precipicio,
una acción ociosa
de cualquiera que se detiene a descansar en este lugar.
Mientras la piedra cae libre y limpia en el aire
siento confusamente que la piedra no cae
sino que baja convocada por la tierra, llamada
por un poder invisible e inevitable.
Mi boca quiere nombrar ese poder, hace aspavientos, balbucea
y no pronuncia nada.
La revelación, el principio,
fue como un pez huidizo que afloró y volvió a sus abismos
y todavía es innombrable.
Yo me contento con haberlo entrevisto.
No tuve el lenguaje y esa falta no me desconsuela.
Algún día otro hombre, subido en esta montaña
o en otra,
dirá más, y con precisión.
Ese hombre, sin saberlo, estará cumpliendo conmigo.


José Watanabe. Laredo, 1945 - Lima, 2007. Notable poeta, escritor, dramaturgo y guionista peruano de ascendencia japonesa perteneciente a la llamada generación del 70, publicó su primer libro Álbum de familia (1971), obra que mereció el premio Poeta Joven del Perú. Su segundo libro, El huso de la palabra (1989), fue considerado por la crítica nacional como el poemario más importante de la década de los ochenta. Publicó también Historia natural (1994), Cosas del cuerpo (1999), El guardián del hielo (2000), Habitó entre nosotros (2002), entre otros libros. La obra poética de José Watanabe ha sido reconocida y galardonada con muchos premios y está considerada como una de las más bellas y cautivantes de la poesía contemporánea en lengua castellana.

21 comentarios:

Anónimo dijo...

Excelente! gracias por enseñarnos la poesía en su esplendor desde tantos autores maravillosos.

Me encanta perderme leyendo y tener imágenes desde las palabras.

Un beso Jorge

Anónimo dijo...

Particularmente no conozco a fondo la poesía de Watanabe, pero por estos poemas puedo atreverme a decir que si bien no me atrae la temática, ese estilo entre melancólico y nostálgico me parece muy atractivo.

A ver si posteas otros poemas de este autor (y mejor si son haikus)

Anónimo dijo...

De Watanabe me gusta este:

La Adúltera

La frase, la limpia precisión de su lógica,
detuvo el tumulto.

Ellos,
apretando quietamente la piedra empuñada,
obedecieron sin poder oponerse
la orden de la frase: mirarse
en las simas de sí mismos.

En el corro acallado
empezó a obrarse el milagro. Dicen
que El realiza prodigios increíbles. Este,
tan esencial,
quizás sea el menos proclamado: hizo
que aceptáramos nuestras vilezas
con honestidad.

Por ese milagro
no fui lapidada. Como si hubieran pasado siglos
las piedras violentas cayeron de sus manos
convertidas en suave arena.

Giovanni-Collazos dijo...

Watanabe es muy bueno. Es fuente de inspiración.

A mi me gusta mucho su poesía, te transporta, te envuelve.

Un abrazo.

Gio.

Ophir Alviárez dijo...

La voz de Watanabe tan suya, tan diáfana en la profundidad...

Abrazos,

Ophir

FRANK RUFFINO dijo...

Estimado Jorge:

Qué buena impresión me llevo una vez más de tu blog y de los poetas que seleccionas. Iré leyendo poco a poco a los otros bardos y poetisas. José Watanabe murió relativamente joven, y de ascendencia japonesa, esto no lo sabía, aunque sí, claro, conocía de su existencia como gran poeta.

Abrazos fraternos en Amistad y Poesía verdaderas,

Frank

interpreta-sones dijo...

profundo, transubstanciado, en montaña, en arena, en gris. el anhelo de lo eterno. me gusta.

Courier dijo...

Muchas gracias por enseñarnos este tipo de poesía que no pasa el límite del ridículo. Gracias.

natalia dijo...

"He perdido la simetría
de los animales bellos"

ana claudia díaz dijo...

que lindos poemas!!!
"de copiar incansablemente
el color de la arena"
que precioso!!

saludos

BETTIANA VÁZQUEZ dijo...

gracias por compartir el gran talento de este autor...un saludo!!

Xaj dijo...

Interesante, si.

Gracias por las letras.

Hasta luego.

Anónimo dijo...

De Watanabe leí algunos de sus haikus y la verdad q me sorprendió con su poesía y su talento para lo trascendente, bien por difundirlo por tu espacio.

Luc

elena relucio dijo...

bonitos poemas, no conocía al autor.
_saludos

MaLena Ezcurra dijo...

Adoro a Watanabe después de leer su palabra siempre siento una extraña sensación de plenitud.

Gracias Jorge por traerlo a nosotros.


Va abrazo.



M.

Matilde dijo...

la montaña me dejó desintegrada e inmersa en sus pequeños pedazos.

En ocasiones, cuando voy pisando rocas o grietas me pregunto porqué mi afán de ir a ella, de estar inserta entre sus comisuras....en fin


un gran abrazo

kike dijo...

Watanabe, todo un clásico de la noble poesía q debería leerse más

paz & love

Insisto... dijo...

Notable que des a conocer el talento de tu tierra...Animal de invierno,es como la partida que yo debería hacer.

cariñoooooooooooooossss mil!

Miriam Jerade dijo...

Gracias por compartirnos la poesía de Watanabe. Yo soy amiga cercana a su hija y nunca lo había leído. Un abrazo.

Miriam Jerade dijo...
Este blog ha sido eliminado por un administrador de blog.
m dijo...

"Otra vez es tiempo de ir a la montaña
a buscar una cueva para hibernar."

hermosa poesía de nuestro poeta peruano que nos deja con innumerables emociones encontradas

gracias por compartirla con nosotros :)

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