Habrá quien piense que exagero, pero allá cada cual. Soy tan bella que salgo a la calle enamorada de antemano. Los hombres me contemplan con una especie de atención superlativa y un tanto rencorosa. Las mujeres me examinan, revisan mis facciones, estudian cada gesto mío intentando descifrar la trampa. Pero no hay trampas: que soy bella, horripilantemente bella, y nada más.
Gentil suplicio, este. No veo dónde está la bendición. Hable o calle, estoy perdida. Si digo cualquier cosa, soy escuchada con una impertinente suspicacia a la que no consigo acostumbrarme. Cuando no abro la boca, todos me miran como pensando: sí, pero será tonta. Si algún hombre me habla, lo hace con intereses no precisamente dialécticos. Si me habla una mujer, lo hace para neutralizarme como competidora ofreciéndome su amistad. Cuando ellos no me dirigen la palabra, en su silencio tiembla el reproche de no amarlos. Cuando ellas callan, noto cómo me espían y corren a retocarse el maquillaje. Socorro. Nadie elige su cuerpo ni su nombre. La armonía se ha vengado de mí. También lo bello es cruel, también lo bello.
¿Cuánto mérito mío hay en esta piel de pétalo? ¿Cuánto de recompensa al trabajo bien hecho hay en mis formas de copa de cristal? A veces he pensado en terminar con todo y arrojarme un líquido abrasivo a la cara. Si no lo hago no es por coquetería, sino por miedo al dolor y sobre todo por orgullo. He vivido en el bosque. He huido al extranjero. He pasado unos años en la montaña. Pero siempre, en todas partes, hubo alguien que se enamoró de mí y me odió por ello. Conozco de memoria la manera: primero es un deslumbramiento exagerado, estelar; después una benevolencia boba, como si yo mereciera más de lo que merezco; más tarde esa impaciencia a la que tanto le temo; enseguida una escena de despecho, un ataque de ira y finalmente el daño para ambos.
Por las noches sueño con mundos feos, con escenas de asco, con figuras nauseabundas. Veo amantes de piel sucia y lenguas negras, bestias ansiosas que me abrazan sin juicios y me incluyen en su hedor. Entonces, fugazmente, soy feliz. Atravieso desiertos de arena impura. Nado despreocupada en un río de barro. Pero tarde o temprano un aliento de sol me acaricia la mejilla, y me pongo a parpadear, y mi cuerpo se estira lentamente, y la belleza regresa al dormitorio. Lo primero que hago al levantarme de la cama es mirar, incrédula, mi desnudo en el espejo. A mi lado nunca despierta nadie.
*Andrés Neuman.
Alumbramiento, Páginas de Espuma; Madrid, 2006.
Blog: http://andresneuman.blogspot.com/
bueno, el final... qué decir!!
ResponderBorrarAdolorido, me hizo estremecer. Me lo llevo. Un abrazo de 2012
ResponderBorrarOphir
Esto es aplaudible. Gracias por compartirlo.
ResponderBorrarUna belleza!!! eso este texto..simple UNA BELLEZA! un abrazo..!
ResponderBorrarExquisito texto de Neuman q nos recuerda q no siempre la belleza externa lleva las de ganar en esta vida.
ResponderBorrarSaludos brother
Buenísimo, excelente!!! gracias por publicarlo, saludos!
ResponderBorrarExcelente recordatorio q nunca debemos olvidar pues la belleza no siempre es sinónimo de felicidad.
ResponderBorrarSaludos.
Un texto excelente, una mirada extrañamente horrorosa de la belleza, el momento de la caída de Narciso.
ResponderBorrarHace bastante tiempo escribí algo al respecto, hablaba de las personas "hermosamente feas" y las horrorosamente bellas", sin dudas, pocos se dan cuenta de la Cabeza de Medusa que hay detrás de un horrorosamente bello.
Un gran abrazo.
HD
la belleza dicen que no se mira que es mirada...
ResponderBorrarme encanto tu blog
un beso de Cora
Este blog ha sido eliminado por un administrador de blog.
ResponderBorrarPara hablar de belleza exterior esta mucho mejor esta foto de Adriana Lima q la anterior posteada de Megan Fox, ahh y no soy erudito por cierto.
ResponderBorrarDemasiado bueno, me puso la piel de gallina. Pensar que una a veces se desvive por ser linda y al ver a alguien que sí lo es piensa "¿Por qué a mí no me tocó ser así?", y en ese momento ni pensamos en que también debe de tener sus desventajas. Como todo, porque lamentablemente (o por suerte) nada es 100 % bueno ni 100 % malo.
ResponderBorrarLa Pochi.
Gracias por compartirlo. La verdad es cruel, se admira, se aplaude a la belleza, pero nadie se pone a pensar lo que siente esa persona, no se valora los sentimientos. En este mundo vivimos, donde la belleza es lo primordial. Muy buena tu historia. Un abrazo fuerte.
ResponderBorrarPerdón no puse mi nombre. Gabriela.
ResponderBorrarYa no quiero ser bella.... buuuuuu...... jajajaja; mentira, esta buenazo el texto de Neuman.
ResponderBorrarxoxo
Se debe huir de la falsa modestia y de la hipocresía y, cómo negarlo, la belleza abre puertas, pero, decididamente, también puede ser un estigma, igual que la sensibilidad.
ResponderBorrarEstupenda elección de un texto estupendo.
Un abrazo.
mi juego de rayuela es peligroso!!
ResponderBorrarespero que hayas empezado este año con mucho amor!!
un fuerte abrazo!
de la dama en llamas
está buenísimo!.
ResponderBorrarSaludos :)
Me quedo admirada como siendo tú, hombre, puedes describir tan bien lo que sentimos las mujeres.
ResponderBorrarY es que nada es perfecto en esta vida, ni siquiera la belleza física.
Abrazos alados!
Muy acertado al postear a Andrés Neuman, contemporáneo escritor y poeta argentino de fina estilística.
ResponderBorrarSaludos.
La belleza es esa mirada dulce que cae bajo el amanecer y despierta el deseo dormido de otra mirada.
ResponderBorrarBesos.